Empieza la temporada de la lamprea. Un parasito con aspecto de pez, sin espinas y con una boca que parece una ventosa. Similar a la anguila, vive en el mar y se reproduce en el río que es cuando se aprovecha para su captura. Tiene tantos seguidores como detractores. Es un manjar de la zona norte de España que los grandes cocineros aprovechan para incorporarla a sus mejores recetas. Su caza empieza en el mes de enero y se prolonga hasta el mes de abril. Para los que no la habéis probado nunca os diré que es una carne oscura, de sabor potente y con una textura especial, muy sabrosa. Lo más curioso es que es un parasito externo de peces, con un hábito alimentario raro, succiona, -con sus dientes en forma de ventosas-, los fluidos corporales de otros peces y mamíferos marinos.
Hay muchas formas de prepararla y cada chef tiene la suya propia, aunque la mejor manera, la de Arbo, -una pequeña localidad pontevedresa que celebra la fiesta de la lamprea a mediados de abril-, guisada con su propia sangre con vino y cebolla. Aunque como digo en la zona de Galicia, Asturias e incluso Madrid y Barcelona la encuentras de diferentes formas, con habitas tiernas, a la brasa, rellena, ahumada e incluso en forma de helado.
