Turismo Made in USA: Bienvenido a la Pesadilla

¿Quieres matar el turismo? ¿Harto de hordas de flipados con mochila y cámara haciendo TikToks delante de catedrales y comiendo croissants de gasolinera? Pues toma nota de papá Trump, que sin despeinarse (porque no puede) se ha ventilado millones en ingresos turísticos solo con una sonrisa torcida y un protocolo de bienvenida digno de una novela distópica barata.

Desde su púlpito de oro oxidado, el magnate naranja y su troupe de burócratas con traje barato se sacaron de la manga una fórmula mágica: tratar a los turistas como si vinieran a robarle el sueño americano a mordiscos. Yo ya no sé si soy una ciudadana o una amenaza con bragas de encaje. Cada vez que paso por el control de fronteras, me miran como si llevara dinamita en el alma y cocaína en las pestañas. Nunca fueron simpáticos, no nos vamos a engañar —los polis de frontera siempre tuvieron ese aire de funcionario quemado con complejo de sheriff del desierto—, pero lo de ahora son desagradables: te escanean como si fueras una cucaracha con pasaporte falso y te ladran órdenes como si te hubieran pillado robando el Santo Grial. No importa que vengas de tocar en un festival o de comerte el mundo a mordiscos: para ellos eres culpable de existir. Y encima mal peinada. Resultado: menos turistas. Muchísimos menos. ¿Coincidencia? Ja.

Dicen que los números no mienten: En marzo de este año, Estados Unidos perdió un 12% de visitantes internacionales. Desde Europa, el descenso fue del 17%. Y los vecinos de Canadá, que antes venían por hamburguesas y compras compulsivas, han huido en masa (20% menos).

¿Quieres entrar en USA? Pues prepárate:
Te hurgan el móvil, te preguntan si fuiste a una protesta en 2018, si seguiste a Greta Thunberg en Instagram, y si alguna vez dijiste “capitalismo tardío” en voz alta. Eso si eres no ciudadano. Y si tienes acento raro o piel morena, ya ni te cuento: te miran como si hubieras escondido un misil en la maleta con tu neceser de Lush.

En los aeropuertos de Nueva York la cosa ya roza el teatro del absurdo: Una mezcla entre Kafka, Homeland y un mal trip de LSD. Y tú ahí, con cara de turista que solo quería ver la Estatua de la Libertad.

El Diario Gothamist, lo explicó bien clarito: los controles en JFK, Newark y La Guardia se han vuelto una jungla de paranoia, vigilancia, y agentes con ganas de sentirse protagonistas de una serie de Netflix de bajo presupuesto. Si tienes pasaporte extranjero, suerte. Si tienes opiniones políticas, mejor cállate. Si tienes dignidad, déjala en casa.

Y mientras el país se vacía de visitantes, Trump sonríe como si no fuera con él.
Dice que el turismo va «muy bien», que hay que esperar seis meses. Claro, igual que cuando te dice tu ex «ya te escribiré».

Pero hey, lo ha conseguido.
USA ya no es el sueño americano: es el insomnio con escáner corporal.
Es el lugar donde te bajan del avión por tener cara de pensar demasiado.

por Nina No Merci

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