Al alba, la corteza cerebral y el hipocampo, aún excitados, llenan de una nebulosa alucinógena los primeros minutos del día. En ningún otro momento de la jornada las certezas son más líquidas o la seguridad es tan esquiva. En ninguna otra situación los recuerdos son tan borrosos o la realidad es tan divertida. Es solo al amanecer cuando las pesadillas y los sueños lúcidos se confunden con la rutina. Es solo en esa pequeña ventana cuando uno puede archivar e intentar inmortalizar los breves flashes llenos de contenido que a duras penas cobran sentido fuera del letargo. Despertar, abandonar el sueño y las sábanas, implica también afrontar el recuerdo onírico que atraviesa el descanso. Enfrentarse al delirio es la primera tarea del día. Situarse ante los deformados espejos del subconsciente es la única acción que nos permite levantarnos de la cama.
Desenmascarando a neon mask – Grip Face
Grip Face (Palma de Mallorca, 1989), víctima de la ansiedad contemporánea, experimenta habitualmente esta fatigosa situación. Acostumbrado al duermevela y a los falsos despertares, hace un tiempo que el artista decidió registrar los sueños que le acompañan en algunos de sus múltiples diarios. Desde entonces, lo onírico, aquello que escapa a su comprensión y brevemente nubla su vista al amanecer, ocupa un espacio relevante en su praxis.
Desorden Onírico
En Lluna rosa, oneiric walker, una exposición compuesta por quince lienzos de nueva factura, Grip Face narra un relato que le fue presentado durante algunas de las alucinaciones que interrumpen habitualmente su descanso. La muestra presenta las obras ordenadas sin solución de continuidad, vertebrando la fábula, pero también, evidenciando
los intereses conceptuales y plásticos del artista. Mimetizando la idea de sueño con pulcritud y puntería, Lluna rosa, oneiric walker se reafirma como un gran criptograma donde los lienzos ocultan preocupaciones, dolores, miedos, formas de hacer y deseos. Asimismo, el artista, siempre interesado en la semiótica y en el ejercicio metabólico de la síntesis, se ocupa de señalar los pliegues del trance.
Gumurem – Grip Face
El relato que compone la exposición orbita alrededor de la idea de refugio, de lugar seguro, desvelando así el anhelo de confort y la necesidad de equilibrio de una generación condenada a la velocidad y obligada al funambulismo sobre el precipicio. En los primeros lienzos de la serie se aprecia como el detalle y el precisosimo del contorno se mantienen vigentes sobre los fondos desdibujados. La proporción y la mesura centran el cuadro. Grip Face comienza el cuento confiando plenamente en la figuración como medio expresivo, sin embargo, a medida que avanza el sueño –o la pesadilla– las siluetas se difuminan y la abstracción asalta la pintura. El artista deconstruye así su práctica y abandona brevemente un trazo escultórico y volumétrico para acercarse a lo impreciso de la mancha reproduciendo en su pincelada la liberación propia del viaje onírico.
Just Woken Up – Grip Face
Desde el aparente ruido gráfico que cubre las telas y el eclecticismo que domina el lienzo, dramáticamente alejado de su habitual minimalismo pictórico, Grip Face reflexiona sobre la saturación imaginal de un presente en el que resulta difícil argumentar la necesidad de más cuadros, más fotografías o más publicaciones. ¿Por qué seguir sumando sonidos al alboroto?
Ante esta duda trascendental, no resuelta y contradictoria, la exposición propone encarnar al oneric walker sobre la Lluna rosa para bucear en el trance, en el desorden pero también en la pintura del artista. Profundizar en el sueño es conocer más a Grip Face (el artista), pero también asomarse a David Oliver (la persona). Confiar en la abstracción es comprometerse con el accidente, con el sueño más profundo y con la pesadilla más terrible, pero también es quitarse la máscara y dejarse contar un cuento.
Claudio Hontana
Hasta el 20 de abril
Gana Gallery, Seúl.
