Mallorca Surf, más que cultura

«En la playa de Waikiki los prados descienden hasta la playa y la hierba crece a una distancia de quince metros del eterno océano. Los árboles también llegan casi hasta el mar, y uno puede sentarse a su sombra observando cómo las majestuosas olas rompen en la playa y llegan hasta mojarle los pies. A media milla de distancia, en los arrecifes, olas de blancas crestas ascienden del azul turquesa para proyectarse violentamente hacia el cielo y seguir luego hasta la orilla.»

«el crucero del Snark» de Jack London.

 

En las playas de Mallorca, los prados no descienden hasta la playa, la hierba no crece a quince metros del mar, tampoco el mar tiene la fuerza y la agresividad de un océano pero eso sí, la arena se entremezcla con el color azul de su agua y no los árboles pero sí las carreteras llegan hasta la orilla del mar Mediterráneo. Mallorca está de moda y lo que la pone de moda es la cantidad de surfistas que se deslizan por sus pequeñas olas.

 Pasear por Ciudad Jardín, un día de olas, poner los pies en remojo y sentir las secuencias infinitas chocando contra la playa de arena blanca, ver la fragilidad de los surfista cuando son tragados por su espuma blanca y sentir el orgullo de estos jóvenes jinetes cabalgando sobre las olas te hace amar el surf y toda la cultura que conlleva este deporte.

 La cultura surfera ha llegado a las playas de Mallorca, cientos de jóvenes se amontonan en sus embutidos trajes de agua, sobre unas tablas de menos de 1,70 m, remando a brazadas en busca de la ola que les haga sentir la libertad, una ola que les haga volar, que sus pies suban por la masa de espuma blanca y cabalguen unos metros sintiendo la forcejeo del mar y el poder de la naturaleza. Una lucha entre sus tablas y la fuerza gravitacional del entorno. Aquí, es deporte, no hay cultura, los surferos no hacen barbacoas en la arena ni tocan la guitarra a ritmos de los Beach Boys, simplemente no lo hacen porque no les dejan. Está prohibido hacer fuego en la blanca arena, también está prohibido acampar en la playa. Mallorca no es California aunque muchos sienten la misma pasión por las olas y las tablas.

 En Hawai el surf es religión, aquí es cultura, se han editado libros, han hecho películas, editan revistas y tiene un pasado, un presente y un futuro. El surf también es sinónimo de deporte porque hay una industria creciente paralelamente al surf.

 El Paddle surf, que también se vio por primera en las playas de Waikiki en los años 60  es una modalidad que también respira ahora su momento más álgido en las playas de Mallorca.

 En los años 30 fue California, jóvenes acampados en la playa, con sus barbacoas y su música, a la espera de coger esas olas cortantes y perfectas que se producen a primera hora del día, al igual que lo hacen los jóvenes mallorquines en sus furgonetas aparcadas en primerísima línea de Ciudad Jardín, Son Serra de Marina o Cala Mayor. No fue hasta los años 60, y después de la segunda guerra mundial -donde las playas estaban precintadas para el uso de las tropas y el desembarco de flotas- cuando surgió el boom surfero; Revistas, películas, bandas de música etc. Resurgieron y dieron forma a una California surfera, el Rock and Roll ya era plenamente aceptado por la juventud y la estética californiana se extendió por todo el mundo, al igual que llega hoy a las playas de Mallorca.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *