Francesc Rosselló. Cinco minutos y ya vuelvo

Retrat Francesc Rosselló al seu estudi. Foto de Fede

Primera exposición del joven artista mallorquín en la Galería Pelaires que incluye pinturas de gran formato y obras en acrílico y carboncillo sobre tela.

Francesc Rosselló nació hace 29 años en Villafranca de Bonany, en Mallorca. Hasta allí me desplacé una mañana de mayo para visitar su estudio. Realicé el trayecto desde un pueblo de la Tramuntana junto a mi vecina y buena amiga, Poli, la cual acude con frecuencia hasta allí para visitar a su madre. La familia de Rosselló se encuentra entre las primeras que habitó esta comarca, cuyo nombre significa “libre de impuestos”, y que ha tenido, desde que la habitaban los árabes, una fuerte vinculación con la agricultura. Actualmente es conocida por su cultivo del melón de secano y por sus alquileres inusualmente asequibles. El recorrido en coche desde las montañas hacia es pla de Mallorca atraviesa terrenos con balas de paja, algarrobos, olivos y palmeras. También abundan las buganvillas y vides trepadoras junto a amapolas que se abren paso entre las grietas de las aceras de los pueblos que cruzamos.

 El estudio de Francesc es una casa familiar que acaba de reformar. El patio al que asoma está presidido por un limonero de cuatro gruesas ramas. Es en este lugar donde el pintor elabora sus universos personales a partir de experiencias cotidianas que reconstruye de manera ficcionada. Cinco minutos y ya vuelvo es el título que agrupa las obras que allí pudimos ver y que conforman su primera exposición individual en la galería Pelaires. El título me recuerda aquellos momentos en los que queremos dilatar ese gaseoso estado entre el sueño y la vigilia, en el que aún saboreamos el rastro de sus ambiguas sensaciones a la vez que deseamos continuar moldeando su sutil presencia; un estado en el que -según Balthus- viven los gatos la mayor parte de su tiempo.

Rosselló estudió Bellas Artes en Barcelona. Sus primeros óleos dan cuenta de la influencia de los lenguajes de la ilustración, el cómic, el manga o el cine, en los que la narración resulta cardinal. Representaba escenas de vivencias juveniles en las que abundan los retratos de personas cercanas y en los que destacan los detalles que en esos años confeccionan identidad (peinados, bisutería, ropas y tatuajes). Son obras de gran formato que plasman la obsesión y el apego emocional hacia aquellas personas y esos objetos. Además de la narrativa, un impulso surrealista sobrevuela la cuestión formal. Existe una clara atracción por cambiar de materia a las cosas, ya sea convirtiendo a las hierbas en cuchillas o al humo de los cigarrillos en vísceras. Actualmente ha abandonado el óleo para lanzarse al acrílico sobre telas que el mismo tensa con obstinación, donde una capa de imprimación de aspecto plástico ayuda a acentuar la apariencia de bloques de color mate.

Sus últimas pinturas parecen haber sufrido un distanciamiento del autor con respecto al motivo representado, ampliando su campo de visión. Los paisajes, ya sean urbanos, mentales o naturales, son protagonistas; el fondo y la figura se entrelazan de manera orgánica en la gestación de la narración. En este nuevo corpus comienzan a incorporarse el punto de vista de un halcón que sobrevolara la escena. Ese movimiento va acompañando del sentimiento que lo origina, donde la calma y una aparente suspensión temporal sustituye la agitación de años anteriores.

La muestra incluye la pieza titulada I just want to spend Sundays with you, la cual funcionaría a modo de bisagra de estas dos etapas creativas. Por un lado, muestra una escena extraída del flujo de una cotidianeidad compartida entre dos personas, pero con momentos de deleite y pausa dominguera.

Atlántida es la obra que el pintor ha realizado recientemente para la última edición del festival de mismo nombre, y que nos muestra desde arriba a un hombre nadando hacia las piernas de una compañera, por aguas en las que se esparcen ruinas arquitectónicas clásicas, junto a nenúfares floridos y espadas vegetales. A su vez esta pieza empareja con otra, titulada No veo hacia dónde voy, en la cual se detiene en la placidez del flotar de su perra Lila en una barca impulsada por el remar de su dueño sobre un mar de reflejos pomposos.

Me siento como Robinson Crusoe es una especie de autorretrato con esa misma compañera canina, entre las malezas de un paisaje malasio, al que el autor se traslada mentalmente para acompañar en su viaje a sus amigos. Paisaje y retrato onírico que inevitablemente nos recuerda a las naturalezas del Aduanero Rousseau.

En esta exposición Rosselló ha querido incorporar dos experimentos formales que difieren ligeramente de su línea habitual. En la primera sala encontramos una serie de carboncillos sobre lienzo, en los que el autor continúa explorando narrativa y formalmente la idea mitológica del hombre en la naturaleza, donde el tono expresivo ya no lo dirige el color sino el dibujo y los matices volumétricos. También encontramos algunos bajo relieves pintados, que funcionan a modo de fragmentos escultóricos que parecen haber caído desde el interior de algunos de los cuadros grandes.

Se aprecia un intenso diálogo con la historia del arte que a su vez quedaba plasmado a modo de autorretrato y manifiesto en su obra titulada The narcissit librarian. Se trata de la primera obra suya que tuve la oportunidad de ver en directo, en la galería Horrach Moyà el pasado septiembre. En ella, catálogos de pintores que admira (Ben Sledsens, Brueguel el viejo, Peter Doig, Hockney, Picasso, Munch, Paula Rego, Klimt, Schiele, Mark Lüpertz, Mantegna) se apilan junto a tratados de pintura, libros de mitología o anatomía. Todo ello combinado con objetos y curiosidades de lo más variado: animales disecados, calaveras, velas, flores, mariposas encapsuladas o fragmentos de estudios anatómicos.

Cinco minutos y ya vuelvo nos invita a adentrarnos en un universo personal en el que poder suspender el desenfrenado ritmo de lo contemporáneo, para disfrutar de una contemplación ensoñada.

Texto de Cristina Anglada.

Galería Pelaires. Planta baja

Exposición: del 9 de junio al 14 de septiembre

Inauguración: 8 de junio. ART PALMA SUMMER

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