Vivir en un Edificio de Williamsburg con obra de Basquiat

Fue en 1999 cuando Marc Mascort, Ramon Codina y yo, decidimos mudarnos de Greenwich Village a Williamsburg (Brooklyn) y compartir un amplio espacio en la sexta planta de un edificio entre las calles Kent y Berry, a poca distancia del East River y de la tienda de segunda mano Domsey’s -En el número 53-55 de la calle South 11th- con el objetivo de intercambiar experiencias creativas. Nos dedicábamos a la fotografía, la escritura para diarios y revistas, la pintura, y organizábamos exposiciones y fiestas en diferentes espacios de la ciudad. Cualquier manifestación artística enriquecía nuestras vidas.

Artistas y bohemios dejaron Manhattan y comenzaron a establecerse en antiguas fábricas de este barrio, donde el espacio de trabajo era amplio y asequible. Aún no se habían desarrollado los barrios de Red Hook ni DUMBO. Cuando viajábamos en el metro, desconectábamos los Discman para saber en todo momento lo que pasaba a nuestro alrededor. Más de una vez tuvimos que salir corriendo entre las vías huyendo de los disparos entre bandas. El alcalde Gulliani se encargaba de la limpieza de la ciudad enviando a los gangs de Manhattan a Brooklyn, lejos del bullicio de la gran manzana. Brooklyn era entonces un lugar diferente: más artístico, más bohemio y más cultural. Un barrio abierto 24 horas.

La fábrica de seis pisos, transformada en lofts de artistas, donde nos mudamos, fue hogar y estudio de Jean-Michel Basquiat, quien dejó su huella artística en la sexta planta, -la misma que nosotros- y en el hueco del ascensor con su emblemática firma “SAMO”. El pseudónimo de su alter ego compartido con Al Díaz (sigla de SAMe Old shit, es decir, «la misma mierda de siempre».  Para acceder a la sexta planta, utilizábamos una plataforma elevadora operativa solo durante el día, con un «ascensorista» que nos llevaba directamente al loft.

Fuimos de los últimos residentes en establecernos en el 53-55 de la calle South 11th” y durante las noches compartíamos conversaciones con nuestros vecinos. Entre ellos, Alan Saret, un artista peculiar y amigo de Jean-Michel Basquiat, nos relataba las historias que habían ocurrido en ese edificio en años anteriores. Recordaba visitas de artistas icónicos de los años ochenta, como Andy Warhol, Keith Haring y Robert Mapplethorpe. La atmósfera del lugar estaba impregnada de la energía creativa que esos encuentros aportaban a nuestras vidas.

En el hueco de la escalera, la firma “SAMO” escrita en la pared de ladrillo, dejada por el artista antes de su fallecimiento en 1988. Jim Fleming y Lewanne Jones, editores de una revista activista cultural -vecinos de la tercera planta- fueron de los primeros que se mudaron al edificio, en 1982. Compartian, entre cervezas, estas historias. Según sus relatos, Basquiat solía pintar en la sexta planta, añadiendo un aura especial al lugar que perduró a través de la firma SAMO y las historias compartidas por aquellos que lo conocieron. Eran muchos los turistas que venían y subían por el montacargas para ver su firma/grafitty en la pared.

En la actualidad, el edificio, renovado en 2004 y transformado en apartamentos de gama media. Han sido mayormente subdivididos en apartamentos de uno o dos dormitorios que ahora se alquilan por aproximadamente $4,000 al mes. La plataforma de carga del elevador de carga que nos solía mantener despiertos por el ruido al desplazarse, ha sido bloqueada con bloques de cemento, y convertido en un ascensor de lujo. Así han quedado los lofts, que alguna vez fueron nuestros espaciosos estudios.

Las firmas SAMO llegaron al edifico 53-55 de la South 11th St, donde estaban garabateadas entre los descansillos. La escritura era pequeña, con la etiqueta completa ocupando aproximadamente la longitud y altura de un ladrillo individual. Eran pequeñas curiosidades, Esta historia nos la transmitíamos entre los nuevos y viejos residentes de edificio. Yo nunca vi las firmas SAMO en los ladrillos que en teoría se hicieron a finales de los 70, ya estaban borradas y desaparecidas. Sí que veíamos a diario la última firma que desapareció con la venta del edificio en 2004 entre las paredes del elevador.

La fotógrafa documental Dona Ann McAdams, residente del edificio a finales de la década de 1970, recuerda haber salido de viaje y descubierto el graffiti «SAMO» al regresar. «En ese momento, no parecía algo significativo porque aún no lo habían descubierto», comenta. En diciembre de 1978, The Village Voice reveló que Jean-Michel Basquiat y un colectivo de amigos y colaboradores estaban detrás del graffiti “SAMO”.

De tanto en tanto, algunos murales célebres logran evadir la demolición, como el graffiti de Keith Haring, realizado en 1987, que adorna una pared del Boys’ Club de Nueva York. Sin embargo, en otras ocasiones, estos son engullidos por las mismas fuerzas de la vorágine inmobiliaria.

Lo que ya no se puede ver y queda debajo de capas de pintura, en el edificio 53-55 de la calle South 11th, donde residíamos -Marc, Ramón y yo-, son los vestigios de la historia del arte de la ciudad de Nueva York de la cual fuimos testigos y de la cual entre sus paredes nacieron las revistas ROJO y DPMAGAZINE.

Por Gori Vicens

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