Castrogonzalo, un pueblo para el arte

Un pueblo de 500 habitantes se puede convertir en un espacio de arte como cualquier otro. Con esta premisa comenzó su trabajo el grafitero Parsec, que después de un periplo por ciudades como Madrid o Barcelona regreso a su pueblo, Castrogonzalo. Un pequeño municipio de 517 habitantes situado en Zamora. Es un pueblo normal, con su iglesia, su plaza y sus silencios. Un típico pueblo de la meseta que perdió gran parte de su población a favor de las grandes ciudades. Sin embargo, este pueblo esconde una particularidad: los muros de sus calles están engalanados con murales y graffitis: una mujer abrazando el Homo Faber, de Max Frisch, otra asfixiando a un monigote de Takashi Murakami, un chulesco Luke Perry en Sensación de Vivir o un abuelo espantando a dos mitológicas harpías son solo algunas de las imágenes que acompañan el día a día de Castrogonzalo. Y en casi todas estas obras aparece la firma de Parsec, un joven del pueblo que reside en Madrid pero que aprovecha las escapadas a Zamora para decorar las casas de sus vecinos y la suya propia. Además, se puede olvidar de la policía, ya que son los propios habitantes de Castrogonzalo que le piden que decore sus casas. Al calor de la iniciativa del grafitero zamorano se sumaron otros nombres de fuera. Algunos de los murales lucen orgullosos la firma de otros artistas urbanos como Neko, Dier, Porfavor y Alto

Tanta es la fama de este pueblo zamorano que el colectivo Madrid Street Art Project ya organizó una visita guiada para contemplar el patrimonio de Street Art a Castrogonzalo, un pueblo de medio millar de habitantes en el que el arte cambio su fisionomía. Esto si que es turismo cultural y todo sin grandes museos.

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