Esta casa moderna tiene una ubicación envidiable. Situada en la más absoluta tranquilidad, lejos del bullicio de la ciudad, En la costa este de Mallorca, en un pueblo de pescadores. El proyecto del arquitecto Guillem Mateos ocupa parte del skyline del Porto Colom y disfruta de unas vistas impresionantes que abarcan toda la bahía y como describen los lugareños la «mar gran».
Aquello más destacable de esta reforma integral es, precisamente, que no parece una reforma. Todo se presenta nuevo y original, pero sobre una base ya existente. Sin practicar más demoliciones que las imprescindibles para abrir vistas sobre la bahía,
La misión era dotar a la vivienda de una nueva y potente imagen, fresca y contemporánea, en la línea de su privilegiado emplazamiento. La primera tarea consistió en eliminar todos aquellos elementos superfluos que habían ido enmascarando la arquitectura original con el paso de los años.
A partir de ese momento, la búsqueda de las vistas al mar en el frente de fachada, la negación de aberturas hacia los solares vecinos y un programa funcional encaminado a alojar de la forma más cómoda a una gran familia durante los meses estivales se convirtieron en el principal objetivo.
Lo que primero llama la atención es la gran puerta de entrada, diseñada expresamente para la reforma, una abertura de casi 4 metros de altura que adopta las proporciones de la torre que alberga el cuerpo de la escalera por donde se accede a la vivienda, con un gran lucernario que se convierte en un permanente pozo de luz.
La distribución de espacios, desde el acceso, situado 5 escalones sobre la planta baja se divisa la cocina en isla, que se abre hacia una sala de estar volcada al exterior, dominando la planta baja y dos dormitorios en suite con terraza privada. En la planta superior tres dormitorios con vistas al mar. El elemento más privilegiado de la vivienda es el mirador construido sobre su terraza superior, un marco que encuadra un paisaje en permanente cambio.
En su exterior la arquitectura presenta líneas claras y rotundas, casi escultóricas, entrando en permanente diálogo con su privilegiado entorno. El blanco de los paramentos y el color crema de un suelo continuo de resinas, sin juntas, dotan al espacio de una gran pureza y simplicidad haciendo una reminiscencia al Mediterráneo.
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Fotos Jaume Gaia
